QUE LE ESPERA A LA ECONOMIA EN MEXICO
2015
Los recientes eventos políticos en México tendrán un
enorme impacto económico de largo plazo, pero su efecto inmediato será quizá
marginal. Sin duda, si la profunda crisis política fuese aprovechada para hacer
reformas de fondo que detonaran el desarrollo de un Estado de derecho
funcional, México atraería colosal inversión adicional en las próximas décadas
y podría aspirar a romper la llamada “trampa del ingreso medio” y
desarrollarse. Sin éstas, México está condenado a permanecer, en el mejor de
los casos, en una situación privilegiada entre las economías emergentes;
perpetuará su incumplida “promesa del mañana”. En el peor de los casos, la
crisis política provocará un viraje peligroso e impredecible hacia el populismo.
Si bien México tiene una estructura institucional de la que carecen países como
Venezuela, y un blindaje de paradigma que proviene de la arraigada estructura
económica resultante de dos décadas de Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, podríamos presenciar un retroceso quizás irreversible.
A
corto plazo, sin embargo, México se beneficiará de dos condiciones relevantes.
Primero, de la clara recuperación económica de Estados Unidos; segundo, de que
gracias a la reforma energética será posible que la base industrial mexicana
gane competitividad importando gas, y al simplemente enchufarse a la red
eléctrica más eficiente del mundo, la estadounidense. Dejar de depender de
Pemex y de la CFE para el abasto de energía y energéticos, será una diferencia
trascendental en términos de costo y de confiabilidad.
La
recuperación económica estadounidense ocurre porque, a pesar de toda su
complejidad política, fue el único capaz de articular medidas congruentes para
enfrentar la crisis de 2008, la más severa desde1929. Se logró recapitalizar al
sector financiero y el enorme estímulo monetario (es decir, la masiva impresión
de dólares por parte de la Reserva Federal) rindió frutos al lograr reducir las
tasas de interés y reactivar al mercado inmobiliario y accionario, e
indirectamente a la demanda.
Europa,
mientras tanto, está apenas por entrar en la parte más complicada de la fase
postcrisis. Queda claro que, como dice el economista Martin Wolf, la economía
alemana no es la locomotora sino el cabús del tren económico mundial; el país
que más depende de exportarle a los demás. Ahora, tendrán que enfrentar una
situación crecientemente compleja, conforme se estanca la demanda mundial y sus
manufacturas compiten con las japonesas, impulsadas por un yen en caída
libre.
Alemania tendrá dificultades para mantener su participación en el mercado
global.
El
Banco Central japonés imprimirá grandes cantidades de yenes con dos objetivos.
Primero, porque Japón presentó en 2012 su primer déficit comercial en más de 30
años. Aunque éste es compensado por los jugosos dividendos que provienen de las
transnacionales japonesas en el resto del mundo, un yen más débil ayuda a su
competitividad internacional. Más importante aún, Japón ha acumulado una deuda
equivalente a 250 por ciento del PIB. Si las tasas de interés aumentaran un par
de puntos porcentuales, una parte relevante de su recaudación fiscal se iría en
pagar el costo financiero de la deuda. Para garantizar que éstas no suban,
tienen que aumentar fuertemente la oferta de yenes.
Es
posible que en 2015 la economía estadounidense crezca más que la mundial. Este
es un dramático reflejo de la preocupante desaceleración económica global que
se profundiza después de una crisis de 2008 que, sin duda, está lejos de ser
resuelta. La economía más grande y desarrollada del mundo no debería crecer más
que las otras. Pero, entre otros motivos, puede lograrlo debido a que también
tiene el mayor mercado interno del mundo.
Por
tener una economía predominantemente manufacturera, México no se benefició del
llamado “súper ciclo” de materias primas detonado por la precaria demanda
china. Ahora será el ganador regional por su integración industrial con América
del Norte. Lo que no se dará, con precios del petróleo a la baja, es la
inversión que se esperaba para desarrollar la infraestructura petrolera
mexicana. Si bien esto no afectará en forma significativa la expectativa de
crecimiento a corto plazo, sí lo hace a largo plazo, y tiene implicaciones
fiscales importantes.
Un
tercio del ingreso del gobierno federal provino de Pemex en 2013. Considerando
que en este año se tiene ya un déficit fiscal de 4.5 por ciento del PIB, si
prevalece la debilidad en los precios internacionales del petróleo (probable
para 2015 y quizá más allá), el gobierno tendrá que recaudar más impuestos, lo
cual tendrá un impacto negativo sobre el crecimiento económico.
Por: Carol Rodriguez
No hay comentarios:
Publicar un comentario